Detrás de todo Director de la Escuela de Comunicación Social de la UCV hay una gran mujer. Y detrás de esa mujer, hay una foto de Franklin Vírguez. Durante los últimos 27 años, Carmen Minerva González, ha estado al frente de la secretaría de la Dirección siendo testigo de honor de la historia contemporánea de nuestra ECS.

Juan Páez Ávila, Eleazar Díaz Rangel, Marcelino Bisbal, Federico Santana, Guillermo López, Adolfo Herrera, Asalia Venegas, Adolfo Herrera II, Miguel Ángel Latouche. Minerva es capaz de listarlos a todos sin que le falle la memoria. Lo mismo ocurre con el pensum, los créditos, los horarios, las prelaciones y los trámites administrativos de la Escuela, los maneja al dedal, con precisión de relojero.

Cuando se trata de los alumnos, y por razones de volumen, la cosa cambia. “En estos días vino un señor chivuito, casi viejo, y me dijo `bendición madrina´ pero no pude acordarme de él¨. Minerva fue madrina de su promocion. Le cuesta un poco más recordar a los estudiantes, excepto a uno.

“Ay ese negrito se sentaba todas las mañanas en esa silla a conversar y a echarme broma. Yo a él lo adoro”. Se trata de Franklin Vírguez, actor venezolano de televisión, que cruzó los pasillos de la escuela durante los años de la gestión de Eleazar Díaz Rangel y fraguó una amistad memorable con la secretaria. “Una vez me llaman de A Puerta Cerrada con Marietta Santana. Iban a hacer un programa sobre Franklyn y él había invitado a su mamá, a su hija, a Mimí Lazo y a mí. Imagínate”.

Minerva es, en sí misma, una hija de la escuela. Graduada de Comunicación Social en 2004, estuvo a punto de claudicar ante el síndrome Todo Menos Tesis (TMT). Fue el profesor Juan Carlos Centeno quien la orientó con la metodología y la presionó con un cronograma hasta que logró culminarla. “El día de la imposición de medalla yo sentí que el Aula Magna se iba a caer”, recuerda.

Como estudiante, esta oriunda de Santa Bárbara de Maturín, fue una alumna impuntual. A pesar de estar a menos de dos minutos de los salones de clase, “siempre llegaba tarde porque salía de la oficina y me paraban en los pasillos a preguntarme cualquier cosa de la dirección.”

Su relación con la ciudad universitaria comenzó desde muy temprano. Su tía, María Tamoy, con quien creció, trabajaba como secretaria en el Teatro Universitario y siempre la llevaba consigo. La historia se repitió con su único hijo, Pablo, quien creció en los pasillos de la ECS, estudió en la Facultad de Medicina y se graduó bajo las Nubes de Calder. Tres generaciones enlazadas a la Universidad Central no pueden sino crear un vínculo afectivo indeleble.

En el campo de los afectos, Minerva habla de sus jefes. “Yo te digo, el que sea Director de esta Escuela no es porque se va a llenar de dinero o porque hay un gran sueldo, es por amor. Es por amor que Minerva sigue en la Escuela de Comunicación Social”, dice de sí misma como si estuviera ausente.

Frente al escenario de la jubilación, Minerva se plantea continuar con sus estudios superiores, culminar la tesis de maestría, probablemente atender a una invitación para un doctorado en México, ver crecer a Paola, su nieta. La verdadera pregunta es ¿qué va a hacer la Escuela cuando Minerva se retire? Porque tal como se le ha escuchado decir a los profesores Díaz Rangel pasando por Marcelino Bisbal, hasta Miguel Ángel Latouche: “Ella es la Directora de la Escuela”.

2 Responses so far.

  1. Marjorie says:

    Realmente me alegro que la "Directora de la escuela de comunicación" esté a punto de jubilarse, aunque su oficina no va ha ser la misma sin ella, la persona que siempre tuvo una palabra de aliento a cuanto alumno le llegaba con un problema o una preocupación.
    Minerva es de esas personas que uno nunca olvida y que admira por su empeño de ser alguien en la vida. Gracias colega por ser quien eres en la vida de cada comunicador social que haya salido de esa magna escuela... Se te recuerda y quiere con cariño...

    Marjorie Rangel Inagas

  2. MERP says:

    Que honor que se le haga honor a Minerva, fuimos compañeros de aula y le hechamos ganas juntos, vi a Pablito, hoy Dr. Pablo, crecer en esos pasillos. Un honor en Corazòn Mayor, Minerva. Un besote y saludos desde la Repùblica Independiente del Zulia.

    Martìn Ramos